Las Termas de Diocleciano

La Roma secreta de M. Cannella, Visitas arqueológicas 0 863
Las Termas de Diocleciano

En una ciudad como Roma, la grandiosidad y la monumentalidad parece que no conozca limites. En efecto, ahí están sus plazas barrocas, o las iglesias con sus bóvedas pintadas, sus edificios milenarios, sus estatuas o sus ruinas… todo nos trasmite una sensación particular que luego es difícil quitar de nuestra memoria.

Una gran atracción más

Por supuesto uno de los lugares donde emblemáticamente podemos ver materializado todo eso, es lo que actualmente todo el mundo conoce como la Plaza de la Republica, que antiguamente era uno de los varios espacios al aire libre del complejo termal más grande de toda la ciudad y de todo el mundo romano: estamos hablando de las Termas de Diocleciano.

Realizadas en tan solo ocho años, desde el 298 hasta el 306 d. de C., las termas surgieron en una parte alta de la ciudad entre las dos colinas del Viminal y del Quirinal.

Para poder obtener el espacio suficiente, fue totalmente destruido un barrio con sus residencias de lujos, sus jardines y  templos. El agua que tenía que alimentar todas las fuentes y las piscinas termales, fue obtenida construyendo un nuevo acueducto desviando en parte el trayecto de la antigua Agua Marcia (en uso ya desde el 144 a. de C.) que luego terminaba en una cisterna. Esta, de forma trapezoidal, estaba dividida por naves por filas de pilares y tenía una longitud total de 91 metros y, sobre todo durante la época renacentista, era conocida con el nombre de “Botte di Termini”.

En el siglo XIX fue totalmente destruida para la construcción de la primera estación de ferrocarril de Roma que por supuesto fue llamada Termini por la corrupción de la palabra “de las Termas”.

Replicando el mismo esquema que había sido inaugurado por primera vez y en la manera más completa en las termas de Caracalla, las de Diocleciano ocupaban una superficie total de 14 hectáreas. Para daros una idea de su amplitud, es suficiente saber que dentro de lo que era su espacio arquitectónico, actualmente están las iglesias de S. María de los Ángeles, de S. Bernardo, un ex convento hoy sede del Museo Nacional Romano, varios despachos, un hotel de super lujo, una facultad universitaria, un colegio, etc.

Durante las varias épocas históricas, por culpa de los varios saqueos, desaparecieron pronto casi todas sus decoraciones de mármoles policromados, sus estatuas, sus columnas, sus bañeras… hasta que el Papa Pio IV Medici en el 1561 dio el encargo al anciano Miguel Ángel de transformar y de adaptar al culto la parte central del edificio romano que era el única casi prácticamente intacta.

El resultado fue la creación de la actual e impresionante basílica de Santa María de los Ángeles que ocupa prácticamente todo el inmenso espacio del original frigidarium. Entre el 1586 y el 1589 usando hasta explosivos, fueron totalmente destruidas casi la mitad de las superficies arquitectónicas de las termas, ya que el nuevo Papa Sixto V necesitaba de materiales para la edificación de su nueva y lujosa residencia urbana (que luego fue a su vez destruida).

Su estructura

Como en las termas de Caracalla, el esquema plan métrico de las de Diocleciano, estaba caracterizado por un recinto cuadrangular (de 361×376 metros) que cerraba una área gigantesca abierta y que en el medio tenía el edificio balneario propiamente dicho.

En el lado norte (actual Via Gaeta) estaba el acceso principal y en dirección totalmente opuesta se abría una exedra (actual Plaza de la Republica) con un diámetro de unos 140 metros. Ésta estaba flanqueada por dos salas rectangulares donde probablemente fueron trasladadas las dos bibliotecas, griega y latina, que pertenecieron en origen al conjunto del Foro de Trajano.

El edificio dedicado exclusivamente a los baños, era de tamaño impresionante con sus paredes de 240×145 metros y una altura de las bóvedas de 28 metros. Este en el eje menor tenia la clásica sucesión de los ambientes termales romanos con (empezando donde hoy hay el ábside de S. María de los Ángeles): la natatio (la piscina), el frigidarium (con agua fría), el tepidarium (con agua templada) y al final (actual entrada de S. María de los Ángeles) el calidarium (con agua caliente). En el eje mayor había los vestuarios, las palestras o gimnasios, varias salas para el masaje y terrazas para tomar el sol durante el verano.

Las termas hoy día

Si hoy entramos en la Iglesia de los Ángeles por Plaza de la República, prácticamente ya se pueden admirar las medidas con sus espacios originales del tempidarium y donde hoy hay dos capillas laterales, en origen allí estaban las dos bañeras con agua templada (los arqueólogos han encontrado bajo el suelo todo el sistema de calefacción perfectamente intacto).

En el espacio siguiente nuestros ojos ya se quedarán en una situación muy rara ya que las dimensiones de todo lo que nos rodea, son tan impresionantes que no sabemos dónde mirar: si empezar por las paredes, por las bóvedas, por el suelo, por el ábside. Este efecto se  debe al hecho que hemos entrado en el único espacio termal romano, llamado basílica, que haya llegado prácticamente intacto hasta nuestros días y estamos hablando de las termas más grandes de todo el imperio romano.

Sus proporciones ya nos dan una idea: el edificio tiene 27×90 metros por lado, la cobertura con las tres bóvedas de crucería son altas 28 metros, las ochos columnas monolíticas (pues de una sola pieza!) de granito rosa de Egipto tienen una altura cada una de 13,80 metros con un diámetro de 5 metros! Solo la nave central de San Pedro (que supuestamente fue realizada imitando este espacio arquitectónico) puede compararse con estas dimensiones.

Muchos de los ambientes que todavía se pueden admirar de este complejo termal, actualmente hacen parte del Museo Nacional Romano que, a parte el lunes, se pueden visitar todos los días. Una última curiosidad: entre las piezas de mármol de mayor fama que fueron sacadas de aquí en el siglo XVIII, es suficiente recordar la taza monolítica de pórfido rojo egipto de 4 metros de diámetros con una circunferencia de 14,40 metros hoy conservada en el medio de la Sala Redonda de los Museos Vaticanos.

Información Práctica

Horario de visita

Todos los días de 9:00 a 19:45.

Precio

Adultos: 7€
Ciudadanos de la UE entre 18 y 24 años: 3,50€

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